Han pasado unos meses desde nuestra última publicación.
Terminamos 2019 con un sabor de boca inmejorable, dulce, como de bizcocho borracho. Un premio, un trofeo, un reconocimiento de la CEOE de Guadalajara a la labor realizada estos últimos años por nuestra asociación.
Desde que nos constituimos, formados por un grupo heterogéneo de asesores inmobiliarios, hemos intentado ayudarnos los unos a los otros compartiendo ideas, alegrías y tristezas, aunando esfuerzos para salir adelante y mejorar la experiencia de nuestros clientes. Año tras año luchando, implicándonos en nuestros negocios con nuestros empleados para ofrecer diariamente lo mejor de nosotros mismos.
Pero cuando menos te lo esperas, a la vuelta de la esquina, la vida te depara una sorpresa.
2020 se presentaba como un año de los llamados estables, sin grandes altibajos, en el que el mercado inmobiliario nos iba a permitir afrontarlo sin sobresaltos, esa montaña rusa mensual que tanto odiamos los empresarios.
Pero cuando menos te lo esperas, a la vuelta de la esquina, la vida te da una sorpresa.
Hoy, que hace 30 tediosos y largos días que permanecemos en nuestras casas con nuestros negocios cerrados, ahondamos en nuestros cerebros rebuscando hasta en el último rincón tratando de hallar una célula que guarde un halo de positividad. Pero ahí dentro poco queda. Este COVID 19 se ha convertido en un tsunami global que se ha llevado por delante muchas ilusiones, muchos esfuerzos, muchos puestos de trabajo, y lo más importante y triste de todo, nos ha arrebatado muchas vidas.
20.00 horas. Salgo a la terraza, miro alrededor: ventana, ventana, ventana, gente, aplausos, sirenas, policía, bomberos, gente, aplausos, más aplausos, ambulancias, aplausos, aplausos y miradas, muchas miradas entrecruzadas, repletas de orgullo y esperanza. Cerramos nuestras ventanas, las de todo el mundo, en sentido literal, y envueltos en la calma de nuestro sofá, nos damos cuenta de que hay muchas personas que están saliendo a diario a pecho descubierto para que nosotros, simplemente aguardemos a que el jodido COVID sea un triste recuerdo.
De repente surgen esas células extraviadas. Debían estar por ahí. Decidimos, simplemente porque de nosotros mismos depende, que durante los días que nos queden por resistir aguantaremos en nuestra madriguera: aletargados pero con los ojos abiertos, esperanzados a pesar de la confusión, indignados aunque optimistas, motivándonos dentro del ruido y del caos. Cada día sembrando, un granito, otro granito, otro más... sembrando en cada jornada con la ilusión de volver a como era nuestra vida antes de aquella fecha, en la que cuando menos te lo esperas, a la vuelta de la esquina.
DESDE ASOCIG QUEREMOS AGRADECER EL ESFUERZO QUE ESTÁN HACIENDO TODOS LOS TRABAJADORES PARA NORMALIZAR ESTA CRISIS. GRACIAS DE CORAZÓN.
ÁNIMO, EL FINAL TAMBIÉN ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA.